Hola!
Les transcribo algo que escribí sobre el Galaksija, una computadora tipo "hagala usted mismo" que disfrutaron los rusos en los años ochenta. Es muy interesante por lo simple de su hardware.
[hr]
La década de 1980 puede considerarse "la época dorada de los ordenadores personales”. Occidente disfrutó de los modelos de Commodore, Amstrad, Sinclair, Apple y Atari, entre muchos otros. Del otro lado del mundo los usuarios tuvieron su Galaksija, un equipo hogareño creado por Voja Antoni[ch263] alrededor de un microprocesador Zilog Z80. Prácticamente desconocido en estas tierras, el Galaksija nació como un “DIY” que más de 8000 usuarios construyeron antes que la empresa Zavod comenzase a comercializarlo ya ensamblado.
Quienes en los años ochenta del siglo pasado vivimos en occidente tuvimos la suerte se ser parte de lo que algunos llaman “la revolución de los ordenadores personales”. La baja de precio de los componentes electrónicos -sobre todo de los microprocesadores- y la aparición de algunos chips como el Zilog Z80 o el MOS 6502 hicieron que decenas de empresas se decidieran a comercializar ordenadores hogareños con un precio lo suficientemente bajo como para que el gran público pudiese acceder a ellos.
Por aquellos años aparecieron ordenadores que hoy son considerados verdaderos objetos de culto, como el Apple II, el Sinclair ZX81 o el Commodore 64. Pero a pesar de esta verdadera explosión de marcas y modelos, y de la aparición de miles de clubes de usuarios, poco sabíamos de lo que estaba pasando en los países del Este.
Mientras que la economía de este lado del mundo permitía que millones de jóvenes accediesen a un ordenador listo para usar, en otros países la realidad era bastante diferente. No siempre era posible acceder a los componentes indispensables, fabricados principalmente en los Estados Unidos y que por cuestiones estratégicas no se exportaban “al enemigo”, y cuando se conseguían su costo era demasiado elevado para la mayoría de la gente. Además, diversas leyes impedían la importación de ordenadores en ese país. En este escenario aparece Galaksija (Galaxia), un ordenador diseñado por el inventor serbio Voja Antoni[ch263] en diciembre de 1983. Este joven -tenía 30 años en aquella época- publicó los planos y toda la información necesaria para construir este ordenador en una revista de divulgación científica yugoslava cuyo nombre era, precisamente, “Galaksija”.
Hardwarel corazón de este proyecto era el microprocesador Z80 (corriendo a 3.072MHz), el mismo que hizo posible la mayoría de los ordenadores Sinclair, los MSX, TRS-80 y hasta las consolas Sega Master System y Sega Game Gear. En un alarde de ingenio y aprovechando a fondo las posibilidades de este chip, el ordenador de Antoni[ch263] -si bien poseía características avanzadas comparables a las de los equipos occidentales- no utilizaba ningún chip especializado para generar la señal de vídeo o el sonido. El Galaksija aprovechaba la interfaz de almacenamiento de datos en cinta magnética -cassettes normales de audio- para generar los efectos de audio digital.
A pesar de que el diseño original no poseía un parlante propio, el usuario podía conectar uno de forma externa. La señal de vídeo, muy exigente en cuanto a recursos de CPU por su alta frecuencia y delicada temporización, era generada por el propio Z80, que detenía cientos de veces por segundo la ejecución del programa principal para “atender” la pantalla -un aparato de TV normal, como era habitual en aquellos años- y brindar al usuario una imagen estable. El microprocesador empleaba cerca del 75% de su tiempo en esta tarea.
Intentando mantener el costo del aparato lo más bajo posible, solo se utilizaron 4KB de memoria ROM y 2KB de memoria RAM. A pesar de todas sus limitaciones -en algunos aspectos estaba más limitado que un Sinclair ZX81- los lectores de la revista recibieron con enorme entusiasmo el proyecto, y se calcula que al menos unos 8 mil construyeron su propio ordenador a partir de los planos proporcionados por Voja Antoni[ch263]. La historia dice que los editores habían pensado que en el mejor de los casos, unas 100 personas se animarían a intentarlo, pero sus cálculos resultaron ser extremadamente conservadores.
(SIGUE)